sábado, 3 de noviembre de 2007

Cuento gitano:::JORSKA, EL QUE RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS


Había una vez una mujer llamada Jerja. Era la madre de Vorja, la esposa de Bessik. El marido de Jerja se llamaba Jorska, de la tribu de los Perikoni, creo. ¡Y ahora escuchad esta historia!
En algún lugar de Rusia, probablemente a finales del siglo pasado, Jorska murió. Sus hijos, no obstante, eran jóvenes; el mayor, Grantja, sólo tenía doce o trece años. Jorska murió de pronto, sin causa aparente. Como es costumbre, le vistieron con sus ropas gitanas, compraron un ataúd y le amortajaron en él. Como manda la tradición, organizaron el velatorio de rigor. Eran gente humilde, así que no fue nada espectacular.
Cuando la muerte visita un hogar, nadie se va a la cama. Pero los allegados no siempre permanecen junto al muerto: a veces le lloran en sus propias tiendas. Su mujer se mantuvo junto a él, pero los demás le velaron en sus propias casas. Jorska no quería morir; tenía a sus pequeños y una esposa joven, y le entristecía dejarlos solos.
-Ahora todos están llorando y lamentándose con la cabeza descubierta
- dijo a quienes había encontrado en el otro mundo.
-¡Oh!, sólo tu mujer está llorando junto a tu cadáver. Los demás están en sus casas, no están en el velatorio replicaron sus compañeros del reino de los muertos.
-¡No lo creo! ¿Cómo podéis decir eso? Sé que están llorando por mí:
se lamentan y vierten sus lágrimas.
- Pues, si dudas de nuestras palabras, vuelve. Comprueba por ti mismo que
lo que decimos es verdad: sólo tu mujer te está velando.
Así que Jorska decidió resucitar. Y le dijo a su mujer:
-Jerja, dame tu mano.
Aunque estaba asustada, ella le dio la mano, al tiempo que gritaba: -¡Jorska está vivo! ¡Ha resucitado!
Entonces llegaron todos corriendo, ¡pero con los sombreros sobre sus
cabezas! Y Jorska dijo:
-Oh, mis queridos amigos, tengo permiso para vivir seis semanas más. Pero, si me hubierais velado con la cabeza descubierta me habrían dejado vivir muchos años más.
Quemaron el ataúd: no lo devolvieron.
Y vivieron a cuerpo de rey durante seis semanas. Le dieron a Jorska lo mejor que tenían y le entretuvieron de la mejor manera posible; todos le ayudaron. Conocer la fecha en que uno va a morir es algo extraordinario. Así que, cuando los otros clanes gitanos se enteraron, fueron al campamento a acompañar a la tribu de Jorska y a asistir al evento.
Y exactamente seis semana después de haber resucitado, Jorska murió.
Y desde entonces nadie ha tenido noticias de él.

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